La Cámara de Comercio no puede ser perdón y olvido sino acuerdo y castigo

Leí en una red social la siguiente frase: “El desprestigio de la Cámara de Comercio de Barranquilla es imparable”. A lo que yo le agregaría que nunca se ha detenido desde el día en que comenzó el escándalo. Le será muy difícil a la institución recuperarse de este tsunami directivo.

Sin embargo, es bueno para la ciudad, su espíritu empresarial y sus objetivos de desarrollo económico, que hoy comience a hablarse de conciliar para salvar el prestigio de la malherida Cámara de Comercio de Barranquilla.

Se han producido en las últimas horas unos pronunciamiento judiciales que parecerían ser fundamentales para tranquilizar las aguas, las voces en conflicto se han escuchado con una tendencia más pacífica, y los gobiernos locales han decidido salir de su marasmo para interesarse más por la mediación solucionadora del escándalo.

Una reconocida veeduría ciudadana que ha sido particularmente crítica de lo que ha ocurrido y ocurre en la Cámara de Comercio, dirigió  una carta al Gobernador y a la Alcaldesa Distrital ponderando su mediación.

No nos cabe duda la importancia de que se suscite un acuerdo para salvar y recuperar la maltrecha imagen de la Cámara de Comercio de Barranquilla, pero sí debo mostrar mi rotundo desacuerdo con que la estrategia sea hacer las paces para declarar perdón y olvido, cuando a la luz de nuestra Constitución y las leyes quien viola las normas para obtener poder indebido debe ser castigado.

El acuerdo puede lograrse y las aguas deben calmarse, pero en este zafarrancho de ilegalidades que se armó para llegar al poder de la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Barranquilla hubo de todo y la peor señal que se le puede enviar a una sociedad que reconstruye su moral es declarar la impunidad en este caso.

Que se pacten los procedimientos a seguir para que entre bomberos no se sigan pisando las mangueras, que haya una nueva elección de junta digna, transparente y respetuosa, que se vayan quienes se tengan que ir, que se produzca la renovación necesaria para el momento, que se asuman las responsabilidades y que también se sigan todos los procesos pendientes para aclarar quién o quienes hicieron lo que produjo el semejante colapso institucional que se desató en la Cámara de Comercio de Barranquilla.

Es decir, aquí no es señalar alegremente que se facilitó un acuerdo para celebrarlo con perdón y olvido sino para corroborarlo en su propósito real con las sanciones que se impongan con base en las investigaciones por autoridades competentes. Queremos acuerdo con castigo para los bandidos pero no aceptamos la impunidad para decretar el perdón y olvido.

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