La histórica inclemencia de los arroyos

Cada vez que empieza a llover con fuerza, los barranquilleros sabemos bien que debemos ser precavidos. Si es posible, es mejor no movernos de dónde estamos. Al hacerlo podríamos enfrentarnos con el desafío de atravesar una ciudad sumergida en aguas, o incluso hasta exponer la vida ante la inclemencia de los arroyos.

Foto: Radar economico
Desde el inicio, los arroyos han sido parte de la historia de nuestra ciudad. La barrancas en las que se estableció, eran separadas por arroyos que traían el agua de la sierra del noroeste de Soledad, hasta llegar a una ciénaga que estaba comunicada con el Río Magdalena. Cuando se da inicio a la expansión urbana, en el siglo XX, se empiezan a presentar las primeras dificultades con los arroyos, y los estragos que causaban a su paso.

 Desde 1920, se ha contado con propuestas extranjeras y nacionales para ponerle una solución definitiva a la situación de los arroyos. La difícil situación económica, el desconocimiento a profundidad de la estructura y otros factores hicieron que dichos estudios no se llevaran a cabo. Como no se lograba contar con soluciones integrales, se fueron desarrollando trabajos en puntos específicos. En 1962, empiezan las primeras canalizaciones de los arroyos barranquilleros.

En 1987, se desarrolló el Estudio de Drenaje Urbano para Barranquilla, realizado por la Agencia de Cooperación Internacional de la Misión Japonesa. Este fue uno de los estudios más completos que dicha problemática ha tenido, y ofreció una posible solución integral y duradera, como un alcantarillado pluvial. Fueron muchos los estudios que se realizaron posteriormente. El problema, sin embargo, sigue siendo el mismo: insuficiencia de recursos.

La Alcaldía de Barranquilla está desarrollando un programa de canalización de 17 kilómetros de arroyos, con una inversión de 100 mil millones de pesos. La idea es establecer un canal pluvial, que garantice el flujo óptimo del agua y se reduzcan así los riesgos que conlleva el crecimiento y la fuerza con la que los arroyos arremeten.

Establecimientos inundados, carros atascados, viviendas dañadas y muertos, son todos aspectos que se mueven cada vez que los arroyos empiezan a crecer. Ojalá se logre encontrar una solución duradera y eficaz que ponga fin a esta agonía que experimentamos los barranquilleros cada vez que empieza a llover.

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