Los infames paseos de la muerte

Imagen: Vanguardia

Por lo general, cuando escuchamos hablar sobre un paseo, se refiere a algo ameno, de disfrute y goce. Sin embargo, cuando este se asocia a la dolorosa situación que enfrentan muchos colombianos antes de morir, el escenario se torna gris y nefasto. Precisamente, la muerte de un bebé de 5 meses, entre Soledad y Barranquilla, ha prendido las alarmas nuevamente sobre cómo se están manejando las instituciones de salud en la ciudad.

Santiago había nacido hace solo 5 meses. Cinco fue también el número de centros asistenciales a los que tuvo que acudir, en brazos de sus padres, para que lo recibieran.  Ramón y Paola, luego de que su bebé presentara más de 38 grados de fiebre, lo llevaron al Hospital Niño Jesús, a la Clínica Los Almendros, al Camino Distrital Adela Char, al Hospital Nazaret y a la Clínica Adela de Char, para encontrarse solo con negativas debido a que Selva Salud, la aseguradora a la que estaban afiliados,  está a punto de ser liquidada.

La salud es un derecho. Absolutamente todos los ciudadanos deberían tener acceso a ella. Y una salud digna, integral y efectiva. No deberían interferir asuntos burocráticos ni desórdenes administrativos. Peor aún, no debería haber tanta indiferencia. Personal de salud indolente e inmóvil ante el sufrimiento de otro ser humano, de un niño, en este caso. ¿Qué pasa con la solidaridad, con la vocación de servicio, con la compasión?

¿Cuántos más casos como este se deben presentar para que se lleven cabo las medidas correctivas? ¿Cuántas más personas tienen que morir en las puertas de centros médicos? ¿Acaso el juramento hipocrático no consiste, precisamente, en la responsabilidad ética que tienen con los demás seres humanos? Que dolor que todavía sigan presentándose casos así. Podría ocurrirle a cualquiera de nuestros familiares. Que los centros médicos respondan. Que las autoridades gubernamentales garanticen el acceso a la salud. Que ni una persona más tenga que padecer la infamia de los paseos de la muerte.