El Florero de Llorente en las relaciones actuales de la Gobernación del Atlántico y la Alcaldía Distrital de Barranquilla ha sido el proyecto de construcción de una Mega Cárcel en jurisdicción del Municipio de Baranoa, iniciativa que es auspiciada por el Ministerio del Interior.
Dos aspectos están enredando la ejecución del proyecto. Por un lado el incumplimiento de la promesa del Alcalde de Baranoa, en el sentido de que promovería una modificación el Plan de Ordenamiento Territorial del municipio para adaptar el uso del suelo de la zona en donde se haría la Megacárcel. Nada se ha avanzado. En otro ángulo, el Gobernador José Antonio Segebre ha dicho que no pagará por el lote objeto del proyecto, un valor distinto al establecido en el avalúo.
La Alcaldesa Elsa Noguera de la Espriella se salió de sus cabales y dijo que en materia de seguridad no se podía ser “chichipato”, término despectivo con el que calificó la presunta actitud intransigente del Gobernador Segebre, quien al ripostar el insulto dijo que entendía a cabalidad las angustias de la mandataria distrital pero que no se movería ni un milímetro de su posición inicial.
La Asamblea del Atlántico exigió a la Alcaldesa más respeto con la figura del Gobernador y advirtió que otros debían ser los métodos para conciliar posiciones. Al lado de las expresiones de la joven gobernante, hubo otro grotesco espectáculo ocasionado por concejales barranquilleros que deberían estar pensando en el progreso urbano antes que en sus mezquinas tesis personales.
Triste, muy triste, que estas situaciones se presenten entre dirigentes atlanticenses y barranquilleros, que terminan por agravar la ya desastrosa imagen que provoca a nivel nacional el escándalo directivo en la Cámara de Comercio.
El ciudadano de bien pide ejemplo y sensatez a sus gobernantes y líderes empresariales. Hoy se respira un mejor ambiente de desarrollo tanto en el Atlántico como en Barranquilla, pero si sus dirigentes públicos y privados no están a la altura de este momento histórico muy seguramente se convertirá en otra oportunidad perdida. Como tantas que se malgastaron en el pasado reciente por líderes irresponsables y corruptos.
Un llamado a la cordura hace la gente del Atlántico y Barranquilla. No más insultos ni discusiones estériles. Los habitantes de estos territorios piden y exigen más trabajo y correcto liderazgo para el progreso.
Dos aspectos están enredando la ejecución del proyecto. Por un lado el incumplimiento de la promesa del Alcalde de Baranoa, en el sentido de que promovería una modificación el Plan de Ordenamiento Territorial del municipio para adaptar el uso del suelo de la zona en donde se haría la Megacárcel. Nada se ha avanzado. En otro ángulo, el Gobernador José Antonio Segebre ha dicho que no pagará por el lote objeto del proyecto, un valor distinto al establecido en el avalúo.
La Alcaldesa Elsa Noguera de la Espriella se salió de sus cabales y dijo que en materia de seguridad no se podía ser “chichipato”, término despectivo con el que calificó la presunta actitud intransigente del Gobernador Segebre, quien al ripostar el insulto dijo que entendía a cabalidad las angustias de la mandataria distrital pero que no se movería ni un milímetro de su posición inicial.
La Asamblea del Atlántico exigió a la Alcaldesa más respeto con la figura del Gobernador y advirtió que otros debían ser los métodos para conciliar posiciones. Al lado de las expresiones de la joven gobernante, hubo otro grotesco espectáculo ocasionado por concejales barranquilleros que deberían estar pensando en el progreso urbano antes que en sus mezquinas tesis personales.
Triste, muy triste, que estas situaciones se presenten entre dirigentes atlanticenses y barranquilleros, que terminan por agravar la ya desastrosa imagen que provoca a nivel nacional el escándalo directivo en la Cámara de Comercio.
El ciudadano de bien pide ejemplo y sensatez a sus gobernantes y líderes empresariales. Hoy se respira un mejor ambiente de desarrollo tanto en el Atlántico como en Barranquilla, pero si sus dirigentes públicos y privados no están a la altura de este momento histórico muy seguramente se convertirá en otra oportunidad perdida. Como tantas que se malgastaron en el pasado reciente por líderes irresponsables y corruptos.
Un llamado a la cordura hace la gente del Atlántico y Barranquilla. No más insultos ni discusiones estériles. Los habitantes de estos territorios piden y exigen más trabajo y correcto liderazgo para el progreso.
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