Un serio problema de cultura ciudadana en Barranquilla

Estamos dejando perder el Coliseo Cubierto

El célebre pasado del Coliseo Cubierto Humberto Perea es reminiscencia, su estado actual se traduce en desidia y su futuro, cada vez más parece una utopía.  La pregunta correcta es: ¿qué podemos hacer los barranquilleros al respecto?  Pero antes, debemos intentar entender qué ocurrió y cómo fue que llegó a estar en la situación deplorable en la que se encuentra, de tal manera que, si alguna vez nos ponemos de acuerdo en restaurarlo, no se cometan los mismos errores.

Mientras estuvo abierto al público, el Humberto Perea fue el escenario de importantes eventos deportivos y artísticos, sin embargo, desde sus inicios contó con un problema que nunca fue solucionado: la acústica.  Por simple que parezca, la acústica fue el preámbulo del abandono, una de las razones por las que poco a poco el coliseo fue perdiendo eventos y quedando vacío, especialmente cuando se trataba de espectáculos que involucraban presentaciones musicales.

Casi al mismo tiempo, a la mala calidad de los sonidos se le sumó el olor fétido e insoportable proveniente de las esquinas, que muy “convenientemente” eran usadas como baños improvisados.  Ambas situaciones eran, no necesariamente fáciles de remediar, pero si “económicas” ya que involucraban costos mucho más reducidos de lo que implica ahora, cuando ya está por poco en ruinas, una renovación total: aproximadamente $20.000 millones de pesos. 

No se puede negar que el Coliseo también tenía otros “inconvenientes”, como por ejemplo, la falta de parqueaderos para la comodidad de los visitantes y, especialmente, la falta de voluntad para invertir dinero en su mantenimiento.  Pero el mayor de sus problemas fue nuestra falta de cultura ciudadana.

Misma historia, diferente trama: el abandonado y viejo Muelle de Puerto Colombia, la eterna problemática de los arroyos, la reciente inseguridad en el Transmetro, son claros ejemplos de que lo que ocurrió con el Coliseo Cubierto, no es un hecho aislado.  Vivimos en una ciudad que improvisa, que no se detiene a pensar, ni a solucionar los problemas cuando aparecen, que no quiere pagar lo que cuesta la educación y la formación en cuanto a cultura ciudadana y, por lo tanto, le termina costando caro cuando la situación se sale de las manos.

Por eso preocupa no sólo que no se vea el compromiso por parte de nuestras autoridades para actuar cuanto antes, o la muy prolongada indiferencia de la ciudadanía que dio cabida al actual estado del Coliseo Cubierto.  Lo que verdaderamente preocupa, es que no se nos haya enseñado y que aún no entendamos la importancia que tienen estos espacios públicos en la vida de cada uno de nosotros, los barranquilleros.  Sino que por el contrario, hayamos creado la cultura de cuidar sólo lo privado, mientras que lo público, lo que nos pertenece a todos, se deteriora cada día justo delante de nuestros ojos. 

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