Por un lado, conocemos a la Fundación Mario Santo Domingo, una organización con una trayectoria filantrópica admirable, que ha contribuido por cinco décadas al mejoramiento de la calidad de vida de la población colombiana más necesitada. Por otro lado, tenemos su más reciente proyecto de viviendas de interés social, las Villas de San Pablo, actualmente blanco de múltiples cuestionamientos a lo largo y ancho del territorio nacional.
Hasta hace tres años, las Villas de San Pablo eran el macro-proyecto que más aceleradamente avanzaba en toda Colombia; en palabras del entonces presidente, Álvaro Uribe Vélez: “un gran ejemplo para el país”; pero hoy en día, es claramente lo opuesto. Los habitantes de Villas de San Pablo cuestionan la lentitud del proceso, la calidad de las casas entregadas, el estado de las vías y la poca similitud que existe entre el proyecto que se les vendió inicialmente y la realidad en la que viven.
Conocidas como las “casas de galletas” por las características grietas que tienen en las paredes pero la insatisfacción de sus ocupantes no se limita a la calidad de las viviendas en sí, sino a la ejecución de las obras como un todo, ya que, las Villas de San Pablo no cuentan con vías transitables, lo que imposibilita el desplazamiento de sus habitantes especialmente en temporadas de lluvias, aún cuando se pueda presentar una emergencia; carece de escuelas, de centros médicos y de una estación de Policía. A esto se suma que de las 700 viviendas que constituían la primera etapa proyecto, la Fundación sólo ha entregado 400.
El problema estalló, cuando el Gobierno le aprobó nuevamente a la Fundación Mario Santo Domingo la construcción de más de 800 casas de interés prioritario. Fue entonces que el clamor de la comunidad de Villas de San Pablo inundó los medios de comunicación.
*Foto Emisora Atlántico
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